EL PROFESORADO INTERINO
La enésima medida que ha adoptado la
consellera de Educación de la Generalitat Valenciana para seguir deteriorando
la imagen de la escuela pública le ha tocado esta vez al profesorado interino.
Y lo ha hecho al mismo tiempo que su homóloga de la Comunidad de Madrid Lucía
Figar.
Llevaban un tiempo diciendo que era
fundamental reforzar la autoridad del profesorado y anunciando leyes que lo
resolverían. Hubo profesores que se lo creyeron y pensaron que los problemas de
convivencia en los centros se resuelven porque una ley diga que todos los
alumnos serán muy obedientes con sus profesores.
Posteriormente, para justificar el
incremento de horas lectivas, se acusó a los profesores de no ser solidarios
con la situación económica del país, de trabajar muy poco y de tener un índice
de absentismo laboral muy elevado. Es decir, los profesores son vagos y
maleantes.
No contentos con esa forma de reforzar
su autoridad ahora nos cuentan las barbaridades que ocurren en las oposiciones,
lo poco que saben los candidatos y a continuación salen proponiendo que se
cambie el orden de prelación de las listas de interinos. Es decir, además de
vagos y maleantes los profesores interinos son ignorantes.
Así, de paso, se intenta trasladar a la
opinión pública que las tasas del llamado fracaso escolar y del abandono
escolar temprano son debidas a la mala preparación del profesorado,
especialmente del profesorado interino. Supongo que, por el mismo razonamiento,
deben pensar que el profesorado de la concertada es nefasto ya que tampoco ha
superado una oposición.
Hace ahora un año, tanto la Comunidad
Valenciana como la Comunidad de Madrid junto con la mayoría de las CCAA
gobernadas por el PP se negaron a tramitar un decreto para regular un nuevo acceso
a la función pública docente. Un decreto que pretendía establecer, como
criterio fundamental de acceso, la superación de una fase práctica de dos años
de duración desarrollada en los centros educativos. Una fase práctica en la que
el profesorado de nuevo ingreso tuviera asignado un tutor experimentado, que
tuviera sólo la mitad de la jornada lectiva para que en la otra mitad pudiera seguir
completando su formación, asistiendo a clases de otros profesores y
desarrollando otras tareas en el centro.
Considero que tenemos que seguir mejorando
la formación inicial, que tenemos que mejorar el acceso a la función docente,
tanto para impartir clase en un centro público como privado. Pero desde luego,
no creo que la forma de hacerlo sea cambiar el orden de prelación en las listas
de interinos de forma unilateral, rompiendo acuerdos firmados con los
representantes del profesorado y organizando campañas de desprestigio del
profesorado interino.
Lo que en estos momentos está mermando
la calidad de la educación no es el orden de entrada de los interinos, sino el
incremento del número de alumnos por aula, la reducción del número de
profesores, la no cobertura de las bajas, la supresión de los programas de
refuerzo, los recortes drásticos en las becas.
¿A qué viene ahora este interés
repentino por favorecer la nota de la oposición frente a la experiencia
docente? ¿Es casual que poco antes del proceso de matriculación se hayan
lanzado las dos consejeras a esta campaña de desprestigio del profesorado
interino de la educación pública? ¿por qué
no exigen también que el profesorado de la privada concertada haya aprobado el
examen de la oposición para ser contratado?
Si quieren que hablemos en serio de una
nueva forma de acceso, lo que tienen que hacer es cumplir primero con sus
obligaciones. Dejen ya de aplicar recortes generalizados en la educación
pública que van a provocar daños irreparables a varias promociones de alumnos,
dejen ya de organizar campañas de desprestigio del profesorado y a partir de ahí
podemos empezar a hablar de cómo seguir mejorando la formación inicial y
permanente y la forma de acceso a la función docente.
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