domingo, 28 de abril de 2013

Hay otra manera de hacer política (el País, 29 julio 1999)

Buceando por mi ordenador me he encontrado este artículo publicado en el País el 29 de julio de 1999, dos meses depués de las elecciones autonómicas. Dos meses después de que el PP ganara por segunda vez las elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana. Al volverlo a leer me he encontrado con que muchas de las reflexiones que en aquél momento algunos pusimos sobre la mesa siguen vigentes 14 años después. Algunas, como una de las frases de rabiosa actualidad "Todos los polítcos son iguales", no sólo siguen vigentes sino que su difusión se ha generalizado a amplios sectores de la población.

El PP en aquél momento llevaba 4 años gobernando la Generalitat Valenciana, ahora lleva 18 años. Os invito a leer el artículo y a reflexionar sobre si las personas progresistas que queremos cambiar de una vez por todas el Gobierno de la Generalitat queremos seguir cometiendo los mismos errores o estamos dispuestas a poner los intereses generales por encima de los particulares.

Aquí os dejo el artículo de 1999
 
HAY OTRA MANERA DE HACER POLÍTICA
 
“Ganas tengo de que nuestros políticos se dediquen a la política…”, decía uno de los personajes de Forges en la viñeta de El País del pasado 11 de julio. “No caerá esa breva, me temo”, le contestaba el otro; “peste de bronquismo”, finalizaban.

Desde las pasadas elecciones del 13 de junio los ciudadanos de la Comunidad Valenciana hemos podido asistir a dos posiciones bien diferentes sobre la manera de hacer política.

La primera, dedicada a hacer análisis triunfalistas o catastrofistas de los resultados electorales, según convenga en cada caso, apoyándose en las típicas comparaciones de resultados con las elecciones que más interesen (generales, europeas, autonómicas o municipales). Tras esas reacciones iniciales, estos mismos han pasado a otro tipo de actuaciones, para ofrecernos un esperpéntico y bochornoso espectáculo de lo que significa una forma determinada de hacer política, entendida básicamente como la lucha por el poder entre militantes de un mismo partido político, baste como ejemplo el proceso de elección de los diputados provinciales.

La segunda posición a que nos referimos, es la que reaccionó publicando artículos que invitan a la reflexión de todas aquellas personas que nos consideramos de izquierdas, estemos o no afiliadas a alguno de los partidos políticos que concurrieron a las elecciones. Y tras los primeros días, han seguido reflexionando en torno a temas sobre los que la izquierda debería debatir urgentemente (modelo de Estado, mejora de la relación entre partidos políticos y ciudadanos, estado del bienestar,…), a la vez que se cuestionan el funcionamiento interno de los partidos.

 

Nos incluimos claramente en la segunda posición, en la de aquellos que creen que es posible hacer política de otra manera ; y esta gente no se encuentra en una sola familia o sensibilidad política. En todas ellas hay personas valiosas, cuyos esfuerzos aunados podrían encaminarse a que algún día podamos negar con argumentos la frase tan extendida entre la población de “Todos los políticos son iguales”. Hoy, con la actuación de los que encarnan la primera expresión de hacer política comentada, es difícil negar esa frase. Estos comportamientos se dan en el PSPV-PSOE, en EU, en el Bloc- Els Verds, y hasta en NE, pese a su corta existencia como partido político. Y, por supuesto, también en el PP ; solo que ahora no se nota tanto porque tienen muchos puestos para repartir y como no para de repetir últimamente Zaplana “habrá para todos..”

 

Desde la izquierda debemos dar respuesta a los nuevos problemas que se plantean en la sociedad actual. Hoy ya no basta decir, por ejemplo, que estamos a favor de la sanidad pública o de la escuela pública frente a la política privatizadora del PP. Habrá que analizar, siguiendo con el ejemplo, qué cosas  funcionan bien y cuáles mal en la escuela y la sanidad públicas, tanto desde el punto de vista de los administradores como de los trabajadores y de los usuarios, y a partir de esa reflexión, debatir las propuestas necesarias para su mejora. En un país democrático se debe saber estar en el gobierno, para desarrollar y aplicar las iniciativas y propuestas por las que los ciudadanos nos han votado. Pero es igualmente importante saber estar en la oposición, para denunciar las políticas de la derecha que supongan un retroceso para este país y formular políticas alternativas, que ayuden a innovar y visualizar nuevas soluciones que cuestionen el pensamiento único instalado.

 

Nosotros, en política, siempre hemos estado en la misma orilla, en la izquierda, y creemos que en esta orilla sólo sobran los que se apuntan para conseguir algún beneficio personal (todos conocemos ejemplos), y faltan todos los que crean posible hacer una política desde la izquierda que permita mejorar la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos. Por eso creemos que, como decía Vicent Soler el pasado 9 de julio en un artículo publicado en El País, “hay otra manera de hacer política desde la izquierda y urge ponerla en marcha antes de que los acontecimientos devoren las esperanzas de un futuro mejor para la mayoría de los valencianos”.

 

Por ello, nos permitimos invitar a todas las personas de la izquierda a trabajar en esa dirección, para conseguir, entre todos y sin exclusiones, avanzar en la definición de nuevas propuestas ante los nuevos problemas de la sociedad actual, y en la perspectiva de elaborar una alternativa sólida y creíble en nuestra Comunidad que permita al conjunto de las fuerzas progresistas ganar las próximas elecciones para poder llevarlas a cabo.

 

También deseamos realizar una invitación más específica a los militantes del PSPV-PSOE ante el próximo Congreso extraordinario de septiembre. Si la mayoría de los delegados elegidos comparten la necesidad de este tipo de cambio en la manera de hacer política, hay que conseguir que la dirección que sea elegida en el Congreso se pronuncie claramente en ese sentido y organice el trabajo de cara a las próximas elecciones generales y al próximo Congreso ordinario desde esta perspectiva. No sirve sólo que se reordene el partido y la dirección obtenga una mayoría amplia si ésta es sólo producto de pactos entre familias. Todos hemos visto lo que duran estos pactos y la facilidad con que se cambian unos aliados por otros. Si queremos, de verdad, volver a ilusionar a la mayoría de la población, como se consiguió en 1982, es necesario un cambio profundo en las formas de hacer política.

 

lunes, 8 de abril de 2013

La enseñanza de las religiones (publicado en escuela 11.04.13)


LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES

La enseñanza de las religiones, o, para ser más preciso, la enseñanza de la religión católica, ha vuelto otra vez al centro del debate educativo con la propuesta de la LOMCE.

Es un debate que siempre ha provocado la toma de posiciones apasionadas, a favor y en contra, y que considero que nunca ha estado bien resuelto. Buena prueba de ello, han sido los recursos que se han ido presentando durante estos años y que han dado lugar a diferentes sentencias de los tribunales.

 Habría que ser capaces de distinguir, por una parte, la importancia que tiene que todo el alumnado conozca el hecho religioso y sus distintas manifestaciones sociales, morales, culturales y literarias, y, por otra parte, la enseñanza de las distintas confesiones religiosas.

El problema surge cuando se debate cuál es la fórmula que debe adoptarse para que el Estado cumpla con las obligaciones de ofrecer enseñanza religiosa confesional en las escuelas, en función de los acuerdos suscritos con el Vaticano y con otras confesiones religiosas.

La aplicación de los acuerdos firmados en 1979 por el Estado español con el Vaticano, supone la obligación de ofertar las enseñanzas de religión católica en los centros docentes, por parte de profesores seleccionados por la Iglesia Católica y pagados por las Administraciones educativas. Desde entonces, se han aplicado diversas opciones para atender al alumnado que no optaba por cursar enseñanzas de religión católica (ética, estudio asistido, actividades alternativas, atención educativa, etc).

En el año 2005, durante el proceso de debate de la LOE, se organizó una campaña de firmas de apoyo a la asignatura de religión católica. Esa campaña no era para garantizar el derecho a recibir estas enseñanzas por los que así lo deseaban, ni para que la Religión fuera una materia evaluable, ya que ambas cosas estaban recogidas en el documento presentado por el Ministerio de Educación. La campaña, iba dirigida a imponer a todos los demás la obligatoriedad de cursar una materia alternativa. Y yo añadiría, que si fuera por el deseo de algunos de sus promotores, si esa materia es poco atractiva, difícil y el profesor es un ogro, pues mejor.

Si se analizan los datos oficiales publicados por el Ministerio de Educación en la última década, la evolución del alumnado que se matricula en la asignatura de religión católica se pueden observar muchas cosas. Entre ellas, nos encontramos con que en el curso 200-01 el 80,2% del alumnado de Primaria, el 52,1% de ESO y el 38,4% de Bachillerato cursaban enseñanzas de religión católica en los centros públicos. Según los últimos datos oficiales del Ministerio de Educación, correspondientes al curso 2010-11, en los centros públicos solicitan enseñanzas de religión católica el 66,6% del alumnado de Primaria, el 39,1% de ESO y el 23,3% de Bachillerato. Se puede apreciar que en estos 10 años la matrícula en esta materia ha bajado entre 12 y 15 puntos y, además, en Primaria, se observa una disminución drástica a partir de cuando los alumnos toman la primera comunión.

Ahora, con la LOMCE, se quiere revertir la tendencia expresada libremente por la sociedad española en la última década. Los que claman por la libertad de elección de las familias de la educación que quieren para sus hijos, los que claman en contra de la Educación para la ciudadanía porque adoctrina a los alumnos, quieren imponer a todos los alumnos que no opten por cursar Religión la obligatoriedad de cursar una materia alternativa: “valores culturales y sociales” en Primaria y “valores éticos” en Secundaria.

Esto supondría, por ejemplo, que el 61% de los actuales alumnos de la ESO que libremente no han elegido cursar religión católica van a ser obligados a matricularse de una materia alternativa que supongo que, para que todos sean educados en los mismos valores, su currículo será elaborado por los mismos que elaboren el de religión católica. Ese es el concepto que tienen de la libertad de elección Rajoy y Wert.

Es decir, en un contexto de recortes generalizados en educación, si se aprueba la LOMCE no sólo pagaremos entre todos al profesorado de religión católica, en virtud de los acuerdos con el Vaticano, sino que además dilapidaremos fondos públicos para pagar miles de profesores en toda España para que impartan unas clases, la alternativa, que ni los alumnos ni sus familias han solicitado.

Las Administraciones educativas deben poner los medios necesarios para que todo el currículo escolar obligatorio se imparta al conjunto del alumnado. Si además, en función de acuerdos firmados, hay que garantizar la oferta de enseñanzas de determinadas confesiones religiosas, lo que habrá que estudiar es como se ofertan en los centros, y en qué horario, para facilitar la asistencia al alumnado que las solicite. Lo que creo que no tiene sentido, en un estado no confesional, es darle la vuelta al problema y organizar el centro en función de los intereses de los que hoy, tanto en secundaria como en bachillerato son ya una clara minoría.

Si en un tema como el de la enseñanza de las religiones se quiere llegar a algún acuerdo, habrá que partir del principio de que el respeto a los que eligen cursar religión no puede suponer la imposición de obligaciones añadidas a los demás. Si Rajoy y Wert no respetan ese acuerdo de convivencia, mi opinión es que habría que decir con claridad que cuando se produzca un cambio de gobierno se denunciarán los Acuerdos con el Vaticano y con las demás confesiones religiosas, por lo que las enseñanzas de religión confesional saldrán de las escuelas e institutos.

 

Miguel Soler