CUANDO
YO SOÑABA UN MUNDO AL REVÉS (Y 2)
El currículo escolar
El ministro de educación de
España, del que hablaba en el anterior artículo, se sentía muy orgulloso de las
medidas que habían permitido incrementar las plazas de educación infantil, aumentar
el profesorado de Primaria para poder organizar grupos más reducidos en
determinadas horas, generalizar los programas de apoyo y refuerzo para atender
tanto al alumnado con mayores dificultades de aprendizaje como al alumnado con
mayor capacidad y motivación por aprender.
También comprobó que el
hecho de fomentar una mayor participación de las familias así como dar más competencias
al consejo escolar, estaba provocando una mayor implicación de las familias, en
colaboración con el profesorado, en la resolución de los problemas que se dan
en el día a día de los centros.
Estaba toda la comunidad
educativa muy animada por el buen funcionamiento de las medidas que se estaban
aplicando y por el alto consenso logrado con las organizaciones políticas y
sociales, lo que iba a garantizar esa añorada estabilidad del sistema
educativo. Por todo ello, el ministro decidió continuar el mismo procedimiento
para seguir repasando los principales problemas de la educación y las posibles
soluciones a los mismos.
Ahora, decidieron abordar el
viejo debate en torno al currículo escolar. En primer lugar repasaron los
innumerables cambios curriculares de las últimas décadas. Y después del clásico
“el alumnado cada día sabe menos”, tópico que se repite en todos los países y en todas las generaciones, pudieron
observar como la humanidad avanza en todos los ámbitos del conocimiento a pesar
de que, según la observación “científica” de algunos, cada generación sabe
menos que la anterior.
Compartieron
que los cambios en los contenidos escolares obedecen a nuevas demandas
sociales, como los temas transversales, a las nuevas necesidades de formación
derivadas de los cambios sociales, económicos y culturales, a los desarrollos
científicos y tecnológicos, a la interculturalidad. En otras ocasiones, son los
resultados de algunos informes internacionales, como ha sucedido con el informe
PISA, lo que provoca propuestas de refuerzo de algunas materias en el currículo
escolar.
El
problema es que el horario escolar no es infinito, por lo que la decisión de
introducir nuevos contenidos debería obligar, en principio, a renunciar a la
enseñanza y el aprendizaje de otros. Pero todos sabemos que la tarea no es
fácil. La mayoría de las materias presentes en el currículo cuentan con una
larga tradición y con colectivos que se reconocen en ellas, lo que en la
práctica provoca debates apasionados sobre la importancia de algunas materias,
las que se pretende recortar, y salen en su defensa todos los colectivos, que,
por uno u otro motivo, se consideran agraviados por el posible recorte
anunciado.
Por
todo ello, lo habitual no es la sustitución de unos contenidos por otros, sino
la ampliación y la introducción de nuevos contenidos. El resultado de la
aplicación reiterada de esta lógica acumulativa a las revisiones del currículo
de la educación básica son unos programas excesivos, por no decir imposibles. Al
poner juntos todos los contenidos de las diferentes áreas y materias, más los
temas transversales de la
Educación Primaria y de la Educación Secundaria
Obligatoria, llegaron a la conclusión de que el resultado es inabarcable.
Además, la exigencia que tiene el profesorado de dar completos unos programas
tan extensos provoca, en numerosas ocasiones, un tratamiento superficial y una
metodología puramente transmisiva, lo que dificulta enormemente el aprendizaje
del alumnado.
Convinieron
que lo que está en cuestión no es el número de horas atribuidas a determinada
materia en el horario escolar, sino la capacidad de la educación obligatoria de
proporcionar al alumnado la renta cultural básica que necesita para su
desarrollo personal y profesional. Lo que necesita si pensamos en su futuro, no
en nuestro pasado. Por ello, para que las decisiones sobre el currículo escolar
no estuvieran sometidas a los cambios de gobierno ni a las negociaciones con
distintos colectivos profesionales, acordaron constituir un órgano estable
formado por personas expertas en diferentes ámbitos que tuviera la función de
establecer y actualizar esa “renta cultural básica” que se debe garantizar en
la educación obligatoria a todo el alumnado.
Había
una vez un ministro … y había también un lobito bueno al que maltrataban todos
los corderos. Todas estas cosas había una vez cuando yo soñaba un mundo al
revés.
MIGUEL
SOLER
Soñando, soñando y con el mazo dando (Versión laica del refrán) http://www.change.org/es/peticiones/ministro-de-educaci%C3%B3n-jos%C3%A9-ignacio-wert-retirada-anteproyecto-ley-lomce-y-di%C3%A1logo-con-comunidad-educativa
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